jueves, diciembre 29, 2005

Cinco (des)cuentos para no tan niños...

Marianela, Marianelaaaaaaaaa, grita Peluso intentando luchar contra las corrientes de aire y nieve. Detrás de la cortina blanca distingue luces y risas, pero su cuerpo cansado apenas le permite extender las alas y dejarse llevar, hacia el Norte, siempre hacia el Norte. Las voces van llenando silencios, y las palabras se dibujan en su pico de golondrino tonto y cabezota. Y a pesar de todo consigue encontrar las fuerzas en la punta más alejada de sus alas, y con un último esfuerzo atraviesa la cortina de viento, nieve y tiempo que le separa de su añorada Marianela.

Marianela junta sus manos en forma de cuenco y acaricia al pequeño golondrino tembloroso y desfallecido, sintiendo el latir de su corazón junto al dedo meñique de la mano izquierda. Le sopla un poquito sobre el plumón helado mientras susurra su nombre: Peluso, peluso, despierta...

Y Peluso abre los ojos oscuros y sonríe con sonrisa de pájaro peregrino. Y la vocecita le sale de adentro, pequeña pero brillante, casi como el eco de un silbido:
- ¿Ya ha nacido? Díme Marianela, ¿ya ha nacido el primer brote?

La niña del Norte responde con la misma mentira de siempre, sabiendo que así obliga cada año al valiente golondrino a partir en su viaje loco; aún sabiendo que sus plumas ya no son las de antes, que los años se le van agarrando a las alas y los vuelos son ya cansados caminos.

- No, aún no Peluso, has llegado a tiempo, como siempre.

Y el golondrino se duerme de sonrisa en el pico, grande, muy grande, satisfecho por su misión cumplida, por haber conseguido ser más rápido que la Primavera, llegar antes que ella, mucho antes, para esperarla entre las manos cálidas de su añorada niña Marianela.

(Fin)

lunes, diciembre 26, 2005

Nativitate...

- ¿Qué ha pasado?
- La Navidad.
- ¿Aquí también?
- En todo el mundo...

Dos granos de arena observaban el mundo desde el borde de un tejado. Y entre copos de nieve y peligrosos remolinos, se contaban uno al otro sus aventuras de viajeros peregrinos. Ambos volaban en las asas de las golondrinas, de las pequeñas mariposas o de las majestuosas águilas, a veces planeaban suspendidos en una simple corriente de aire. Y desde alturas de querer imaginar distinta la tierra, observaban el humo que queda de todas las guerras, los ojos oscuros y cansados de tanto llanto.

- Hoy he visto a un niño que abría todos sus regalos y ni siquiera sonreía - dijo el primer grano de arena.
- ¿Y eso por qué? - preguntó el segundo.
- Porque ya no sabe jugar, porque tiene tantas cosas que perdió el espacio de la ilusión.
- ...
- ¿No dices nada? - dijo preocupado el primer grano de arena.
- Se me han gastado las palabras... - contestó con tristeza el segundo grano, mientras se agarraba a un copo blanco de nieve que pasaba.

Y así se fue perdiendo entre los altos edificios de cristal, con la mirada triste de un grano perdido de arena, que de tanto viajar y conocer verdades, consigue olvidar cómo sonreír. El primer grano de arena, preocupado ante tanta ausencia de esperanza, se agarra con fuerza a los cabellos del próximo grano de nieve y lo sigue. Lo sigue entre las personas apresadas de Navidad, cargadas de objetos inservibles y vacías en su caminar, y lo alcanza a las afueras de la gran ciudad.

- ¡Espérame! - gritó el primer grano de arena.
- ¡No puedo!, ¡llego tarde!
- Llegas tarde, ¿adónde?
- A casa.

El primer grano de arena lo miró sorprendido, ¿a casa?, pero si nosotros somos apenas seres peregrinos, tuvo ganas de decir.

- No, nosotros también tenemos un lugar al que llegar - respondió sonriente el segundo grano, como si de pronto hubiera adquirido la habilidad de leer pensamientos y sueños. - Dice el viento que ha nacido un niño en el desierto de Kalahari, y que ha abrazado entre sus manos a todas las arenas del mundo. Y yo quiero ir a jugar con sus cabellos, ¡estoy harto de la Navidad!
- ¡Ojalá yo también pudiera ir...! - suspiró entristecidamente el primer grano de arena.
- Claro que puedes, tan sólo tienes que seguirme.
- Pero yo no soy de allí, del desierto de Kala...kalahari...
- Yo tampoco, pero no quiero que me hables de fronteras cuando nuestra casa es el mundo, cuando las lágrimas caen con la misma fuerza en todos los rincones y cuando todas las manos esperan en la misma posición...
- ¿Tú crees que ese niño habrá visto alguna vez nevar? - preguntó el primer grano de arena, agarrándose aún más al pequeño copo de blanca nieve.
- No lo sé...

Los dos granos se perdieron por detrás del horizonte, viajeros peregrinos sobre dos pequeños copos de nieve, a camino del desierto de Kalahari, donde un niño acabado de nacer abraza todas las arenas del mundo.

miércoles, diciembre 21, 2005

De mi ventana...

Desde mi ventana veo estrellas aldebarãs que nunca se extinguirán; cosas nimias que con el tiempo se cargaron de importancia, y sobre todo de cariño, trazos aminúsculos que dibujan mis horas; veo dos barcos lejanos que viajan con un viento soñado entre las velas, y un pájaro negro que revolotea entre vocablos mágicos; veo casi siempre una muralla, de esas que unen a fuerza de besos en lugar de separar, y un ábaco de letras que conocen la belleza ; veo una mirada que me mira, clara, pura y transparente, y un rincón de almas gemelas; desde mi ventana veo la ciudad y el río aunque estén lejos, y el abrazo de tantas palabras que llegan al despertar... y yo, por detrás del cristal, intento devolver lo mucho recibido con un simple beso soplado de cariño.

lunes, diciembre 19, 2005

El rincón de todos mis secretos...

Mi ventana...

Yo...

miércoles, diciembre 14, 2005

Cosas simples...

Encuentro la felicidad en las cosas más pequeñas. Cada vez más. En el palomo y la paloma que se besan junto a mi ventana; en el sol tibio de invierno cuando, al cerrar los ojos, me acaricia en mis tardes de balcón; en el olor del jengibre en el momento exacto de ser cortado, que me hace recordar tierras que aún no vi de ojos abiertos; en las trenzas de mi amigo, el de la voz dulce; en el color del río, que por las mañanas parece un espejo de plata; en las palabras amigas que surcan océanos, como si fuesen barcos de soñar caricias; en el olor de la lluvia, en su lento gotear de tardes cinéreas, en su milagro de caer...

La felicidad me encuentra, cada vez más, de alma y manos abiertas.

domingo, diciembre 11, 2005

Sobre anteriores palabras...

Las palabras del pasado viernes corresponden a una participación en Ficticia, una comunidad literaria en lengua española, con colaboraciones llegadas de ambos lados del océano. Una casa agradable y cálida en la que recomiendo descansar y disfrutar del placer de las palabras y las letras. Quizás, de pronto encontréis un vocablo mágico escondido en un botón o tengáis la suerte de descubrir a Rubem Focs buscando a la literatura, por creerla caída dentro de un charco de agua...

viernes, diciembre 09, 2005

Engravidamentos vocabulares

De tanto engravidar desmomentos apalmilló un jardín de mariposeantes vocábulos. Mirescuchó en la ventanía el rumorante crepillamear de una hoguera de estoriadas vidas. Su corazón festerrelampagueó el mover brusquimento de una leyenda y, atontoneante, convocantó el silencio.

lunes, diciembre 05, 2005

Cuatro (des)cuentos para no tan niños...

(...) Pero el norte le espera, el primer brote aguarda su llegada de golondrino vociferante de primaveras. El cariño de Yala y los recuerdos de Siap, el país al revés, se le van agarrando a las plumas en forma de nostalgia, aún sin haber partido. La ardilla lo acompaña de nuevo hasta la superficie de raíces patas arriba y con un gesto de disimulo oculta una lagrima rebelde.
- ¡Ojalá no fueras apenas un ave de paso! - susurra en el viento cuando Peluso alza el vuelo y se pierde tras el horizonte.

Peluso viaja triste y piensa que la amistad y el cariño no lo pueden comprar ni siquiera todos los brotes de todas las primaveras. Y de pronto su fuerza se desvanece y duda ante la locura de su empresa, durante instantes desea poder volar al revés, hacia atrás, hacia las ramas del almendro, en busca de los ojos grandes y oscuros de la pequeña ardilla Yala. Ha prometido volver, pero sabe que en su vida de golondrino errante las promesas casi siempre se pierden en el tiempo.

Pero en el norte helado presienten su llegada. Encienden las luces de la aurora boreal para que no se pierda en el camino; y le hacen señales de sonrisas, que se divisan desde lejos. Marianela revuelve la nieve con el pie y, cuando nadie la mira, esconde bajo los copos fríos un pequeña hoja verde y tímida, que se empeña en despuntar antes de tiempo.

(Cont...)

jueves, diciembre 01, 2005

Días de lluvia, sol y flores...

Hoy el frío está lleno de sol, aunque nadie lo pueda ver, aunque las gotas gruesas de lluvia golpeen mi ventana. Cuando la mañana se llena de satisfacciones y la tarde se completa con el aroma del té y las páginas de un buen libro, los días siempre se llenan de sol, aquí dentro, junto a una esquinita del corazón.