Nativitate...
- ¿Qué ha pasado?
- La Navidad.
- ¿Aquí también?
- En todo el mundo...
Dos granos de arena observaban el mundo desde el borde de un tejado. Y entre copos de nieve y peligrosos remolinos, se contaban uno al otro sus aventuras de viajeros peregrinos. Ambos volaban en las asas de las golondrinas, de las pequeñas mariposas o de las majestuosas águilas, a veces planeaban suspendidos en una simple corriente de aire. Y desde alturas de querer imaginar distinta la tierra, observaban el humo que queda de todas las guerras, los ojos oscuros y cansados de tanto llanto.
- Hoy he visto a un niño que abría todos sus regalos y ni siquiera sonreía - dijo el primer grano de arena.
- ¿Y eso por qué? - preguntó el segundo.
- Porque ya no sabe jugar, porque tiene tantas cosas que perdió el espacio de la ilusión.
- ...
- ¿No dices nada? - dijo preocupado el primer grano de arena.
- Se me han gastado las palabras... - contestó con tristeza el segundo grano, mientras se agarraba a un copo blanco de nieve que pasaba.
Y así se fue perdiendo entre los altos edificios de cristal, con la mirada triste de un grano perdido de arena, que de tanto viajar y conocer verdades, consigue olvidar cómo sonreír. El primer grano de arena, preocupado ante tanta ausencia de esperanza, se agarra con fuerza a los cabellos del próximo grano de nieve y lo sigue. Lo sigue entre las personas apresadas de Navidad, cargadas de objetos inservibles y vacías en su caminar, y lo alcanza a las afueras de la gran ciudad.
- ¡Espérame! - gritó el primer grano de arena.
- ¡No puedo!, ¡llego tarde!
- Llegas tarde, ¿adónde?
- A casa.
El primer grano de arena lo miró sorprendido, ¿a casa?, pero si nosotros somos apenas seres peregrinos, tuvo ganas de decir.
- No, nosotros también tenemos un lugar al que llegar - respondió sonriente el segundo grano, como si de pronto hubiera adquirido la habilidad de leer pensamientos y sueños. - Dice el viento que ha nacido un niño en el desierto de Kalahari, y que ha abrazado entre sus manos a todas las arenas del mundo. Y yo quiero ir a jugar con sus cabellos, ¡estoy harto de la Navidad!
- ¡Ojalá yo también pudiera ir...! - suspiró entristecidamente el primer grano de arena.
- Claro que puedes, tan sólo tienes que seguirme.
- Pero yo no soy de allí, del desierto de Kala...kalahari...
- Yo tampoco, pero no quiero que me hables de fronteras cuando nuestra casa es el mundo, cuando las lágrimas caen con la misma fuerza en todos los rincones y cuando todas las manos esperan en la misma posición...
- ¿Tú crees que ese niño habrá visto alguna vez nevar? - preguntó el primer grano de arena, agarrándose aún más al pequeño copo de blanca nieve.
- No lo sé...
Los dos granos se perdieron por detrás del horizonte, viajeros peregrinos sobre dos pequeños copos de nieve, a camino del desierto de Kalahari, donde un niño acabado de nacer abraza todas las arenas del mundo.
- La Navidad.
- ¿Aquí también?
- En todo el mundo...
Dos granos de arena observaban el mundo desde el borde de un tejado. Y entre copos de nieve y peligrosos remolinos, se contaban uno al otro sus aventuras de viajeros peregrinos. Ambos volaban en las asas de las golondrinas, de las pequeñas mariposas o de las majestuosas águilas, a veces planeaban suspendidos en una simple corriente de aire. Y desde alturas de querer imaginar distinta la tierra, observaban el humo que queda de todas las guerras, los ojos oscuros y cansados de tanto llanto.
- Hoy he visto a un niño que abría todos sus regalos y ni siquiera sonreía - dijo el primer grano de arena.
- ¿Y eso por qué? - preguntó el segundo.
- Porque ya no sabe jugar, porque tiene tantas cosas que perdió el espacio de la ilusión.
- ...
- ¿No dices nada? - dijo preocupado el primer grano de arena.
- Se me han gastado las palabras... - contestó con tristeza el segundo grano, mientras se agarraba a un copo blanco de nieve que pasaba.
Y así se fue perdiendo entre los altos edificios de cristal, con la mirada triste de un grano perdido de arena, que de tanto viajar y conocer verdades, consigue olvidar cómo sonreír. El primer grano de arena, preocupado ante tanta ausencia de esperanza, se agarra con fuerza a los cabellos del próximo grano de nieve y lo sigue. Lo sigue entre las personas apresadas de Navidad, cargadas de objetos inservibles y vacías en su caminar, y lo alcanza a las afueras de la gran ciudad.
- ¡Espérame! - gritó el primer grano de arena.
- ¡No puedo!, ¡llego tarde!
- Llegas tarde, ¿adónde?
- A casa.
El primer grano de arena lo miró sorprendido, ¿a casa?, pero si nosotros somos apenas seres peregrinos, tuvo ganas de decir.
- No, nosotros también tenemos un lugar al que llegar - respondió sonriente el segundo grano, como si de pronto hubiera adquirido la habilidad de leer pensamientos y sueños. - Dice el viento que ha nacido un niño en el desierto de Kalahari, y que ha abrazado entre sus manos a todas las arenas del mundo. Y yo quiero ir a jugar con sus cabellos, ¡estoy harto de la Navidad!
- ¡Ojalá yo también pudiera ir...! - suspiró entristecidamente el primer grano de arena.
- Claro que puedes, tan sólo tienes que seguirme.
- Pero yo no soy de allí, del desierto de Kala...kalahari...
- Yo tampoco, pero no quiero que me hables de fronteras cuando nuestra casa es el mundo, cuando las lágrimas caen con la misma fuerza en todos los rincones y cuando todas las manos esperan en la misma posición...
- ¿Tú crees que ese niño habrá visto alguna vez nevar? - preguntó el primer grano de arena, agarrándose aún más al pequeño copo de blanca nieve.
- No lo sé...
Los dos granos se perdieron por detrás del horizonte, viajeros peregrinos sobre dos pequeños copos de nieve, a camino del desierto de Kalahari, donde un niño acabado de nacer abraza todas las arenas del mundo.
4 Comments:
De nuevo tus letras, cargadas de simbolismo en tan sólo dos granos de arena...
Sí.
Pero hay un sitio para la esperanza.
Tú lo insinuas :-)
un abrazo navideño
No es lindo no, es precioso...
Y siempre, al fondo, la esperanza en la Humanidad, como debe ser.
Bicos.
Un gran beso,un gran abrazo y gracias por tus letras tan sensibles siempre.
Besos
Siempre nace un niño para jugar con granos de arena. Que la ilusión no se pierda, te dejo buenos deseos ( y que los copos de nieve sean apenas los suficientes...)
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