Doravante Borboleta
"Quero engravidar uma palavra e provocar o parto manso de uma amarelada borboleta" Ondjaki.
jueves, abril 28, 2005
viernes, abril 22, 2005
Contradicciones...
El mismo día en que Joseph Ratzinger era elegido como nuevo Papa, ostentor máximo del poder de la iglesia católica, un bebé moría en el estrecho de Gibraltar. Un bebé que, aún sin tener una minima noción de su situación, empredía un duro viaje en busca de una vida mejor, una vida que jamás podrá tener. Mientras Joseph Ratzinger salía al balcón del Vaticano, adornado con tunicas del mejor tejido (con cuyo coste se podría salvar a cientos de niños de una muerte segura por inanición) un bebé moría entre las aguas frías del estrecho de Gibraltar.
Sabrá el Papa que un bebé ha muerto mientras él "ascendía"? Sabrá el Papa que miles de personas mueren de hambre, guerra, dolor, intentos de busqueda de una vida mejor...cada día, mientras se viste con una túnica que cuesta más de 300 euros? Lo sabrá o aún tendremos que gritar más hasta quedarnos afónicos?
La vida empieza a correr...
La vida empieza a correr
de un manantial, como un río;
a veces, el cauce sube,
a veces, el cauce sube,
y otras se queda vacío.
(...)
Nicolás Guillén
A la memoria del bebé muerto en Gibraltar
jueves, abril 21, 2005
Pequeños instantes...
Ayer asisti con la boca abierta y el río intentando inundarme los ojos, a las maniobras del viejo y amarillo tranvía, que en una vuelta lenta cambiaba de dirección. Todo manual, sin preocuparse por el tráfico acumulado y las miradas inquietas de los pasajeros bajo la marquesina, todo conservado del "antiguamente" (como diría Ondjaki). Casi podría parecer que el río, que tantas veces vio la misma escena, se acercaba mojándo de barcos la ciudad, curioso ante el trastabillar cansado del viejo y amarillo tranvía. Las personas se arremolinaban como palomas o ángeles grises mientras el conductor, paciente y con una sonrisa en los labios, bajaba y subía, aceleraba y paraba, avanzaba y retrocedía, parecía que llegaba y nunca se iba...
Hoy en cambio, el cartero ha llamado a mi puerta. Como no tenemos portero automático siempre tengo que abrir la ventana y tentar descubrir, por la forma y color de los cabellos, de quien se trata. Las cartas atadas entre sus manos no dejan lugar a dudas sobre su identidad. Le observo un poquito desde aquí arriba antes de correr para apretar el botón blanco que le deje entrar. No se inquieta. Está acostumbrado a esperar. Quizás de repente, ante la demora, mire hacia el cielo y me descubra, observándole, imaginando el contenido de tantas cartas, el sentido de su vida... Pero el timbre suena de nuevo y yo, contenta, corro a abrirle. El edificio es antiguo y las puertas están llenas de rendijas, el sonido no llama, no pide permiso para entrar y desde la entrada escucho: "carterooooooooooooooooooo"
La tarde principia, el trabajo acaba y, mientras yo permanezco sentada frente a esta pantalla, la vida trascurre allá afuera: los grititos de un bebé, un teléfono que toca en el edificio de enfrente, la televisión encendida del bar, los niños que juegan esquivando a los coches que pasan... la vida de mi calle, mis pequeños instantes...Y que rica me siento por tener tranvías viejos y amarillos, por tener un río que los mira y por poder ver todos los días el cabello oscuro y encaracolado de mi cartero...
domingo, abril 17, 2005
Los que caminan conmigo...
Desde que comencé a escribir este blog, medio sin saber...medio queriéndo saber, una de las personas que más me ha acompañado y guiado ha sido Marmi. Junto a ella he aprendido, he conocido historias y compañeros y, sobre todo, he disfrutado de sus palabras. Por eso camina conmigo, por eso siento un cariño muy especial, distinto. Por eso su experiencia va llenando los huecos de mi ingenuidad, de mi desconocimiento del mundo y de la vida. Por eso ya no puedo dejar de caminar junto a ella...
Ella que aparece cada día en lo más alto de una muralla, que no separa sino une...
La muralla
Y para ti Marmi, un poema de Rosalía, unas pequeñas-grandes palabras para matar morriñas...
Lugar máis hermoso
no mundo n´hachara
que aquél de Galicia.
Galicia encantada!
Galicia frolida!
Cal ela ningunha,
de froles cuberta,
cuberta de espumas.
De espumas que o mare
con pelras gomita;
de froles que nacen
ó pe das fontiñas.
De valles tan fondos,
tan verdes, tan frescos,
que as penas se calman
nomáis que con velos.
Que os ánxeles neles
dormidos se quedan,
xa en forma de pombas,
xa em forma de niebras.
Cantares Galegos (III)
Rosalía de Castro
sábado, abril 09, 2005
Ai uê Rwanda...
Hace unos días fui a ver el largometraje "Hotel Rwanda", hace ya varios días que pensaba contar que fui a ver el largometraje "Hotel Rwanda", pero no conseguía escribir nada. A veces el recuerdo del horror puede llegar a ser más fuerte que el propio horror, a veces necesitamos que todas las emociones que bullen dentro de nosotros se calmen (dentro de lo posible) para poder hablar.
Dicen que la ficción, en muchas ocasiones, supera la realidad; pero en este caso apenas podemos ver la punta del iceberg de lo que realmente pasó allí. Porque sentados en nuestra butaca cálida y blanda del primer mundo, no podemos oler la pestilencia de la muerte matada (como diría Mia Couto...)No, no podemos...no podemos ver el último brillo de la mirada de todas aquellas personas, que murieron a manos de sus hermanos, victimas de un odio tribal. ¿Tribal? ¿Quién inventó esa palabra? ¿Ellos, o nosotros: europeos sedientos de exotismo? Porque las palabras inventadas ganan vida propria y después nos obligan a olvidar que fuimos nosotros los primeros en nombrarlas.
Rwanda...ai uê Rwanda...tan pequeña que eres, país pequeñito en la inmensidad de África...ai uê Rwanda...
Han pasado 11 años desde el día que mutilaron tu canto alegre. Ya no apareces en los telediarios, pero aún sigues sufriendo. Nosotros volvemos a recordarte hoy desde la butaca cálida y blanda de un cine del primer (¿o único?) mundo. 11 años en las manos de familias rotas por la violencia y el odio desmedido (sembrado). 11 años en la vida de niños perdidos y huerfanos. 11 años, que para nosotros no son casi nada y que para vosotros, rwandeses, son 4015 días de dolorosos recuerdos y pesadillas.
Un amigo me decía, hace unos días, que "Hotel Rwanda" era una película demasiado dolorosa para verla. Pero... ¿Qué son dos horas de ficticios miedos, dos horas de lágrimas (o no) que caen (o no) sobre nuestras blancas manos, comparadas con la negra realidad del genocidio de Rwanda?
África continua sangrando por las mismas heridas que nosotros, europeos, dejamos abiertas. Pero a pesar de todo seguiremos con nuestras vidas envueltas en papel de seda, donde el olor de la muerte matada no llega. Seguiremos viendo las lágrimas de la realidad en cines confortables, para dos horas después olvidar lo que vimos. Seguiremos siendo iguales... (¿O NO?)