Saib...
En las tardes de domingo, la casa siempre olía a manzanas frescas. Saib me ofrecía una, sonriente, y yo la mordía con fuerza, clavaba mis dientes de niño en su corazón de frescura verde. El jugo, aún medio ácido, me resbalaba por la barbilla, y yo reía, reía lleno de líquidos tibios en la calidez de la tarde. Después buscaba hormigas. Negras. Y construía obstáculos para sus ya atareadas vidas de bichos responsables y eficientes: un pequeño canto, una ramita, las pepitas de mi manzana, la dentadura de la abuela...
Saib sonreía y a mí casi me querían asustar sus dientes blancos. Cuando yo le preguntaba por qué eran así, él decía que en su país todos tenían los dientes muy blancos, tan blancos como la luna, señora y diosa de sus días. Tenía también la piel oscura, tanto que a mí me gustaba siempre cogerle de la mano y decirle: Mira Saib, parecemos un pastel de bizcocho y chocolate, como los que hacía la abuela en las tardes de domingo. Y él volvía a sonreír, aunque yo bien sabía que se ponía triste y que después se iba a la cocina a llorar escondido entre sus cucharas y cazuelas. La abuela entonces se acercaba con sus pequeños y silenciosos pasos, le pasaba la mano por el cabello encaracolado, ya grisáceo por tantas lunas fuera de su país, y sin decirle nada le colocaba una manzana fresca entre las manos.
Él se la guardaba en el bolsillo izquierdo de su camisa, se limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano y corría junto a mí, junto al niño que era entonces, para ofrecérmela como si la hubiera acabado de recoger del único manzano que teníamos en el jardín, aquel que murió en el mismo día que la abuela.
9 Comments:
Que bien tenían que oler aquellas manzanas...
Precioso, como siempre :)
Muchos besos
Tus relatos rezuman ternura, respeto, delicadeza...
Besos
María Guilherme gracias visitar mi blog. Pasáte por allí siempre que quieras.
Gracias a tu visita he descubierto el tuyo y me he quedado impresionado, tus relatos llegan directos al alma. Preciosos, gracias.
se respira la nostalgia, y es dulce. Precioso relato.
Bellos esos Saib que quedan en el umbral del recuerdo de la infancia, con ojos trasnparentes.
Interesante blog tienes!, estaré pasando por aquí, saludos,
JD
¡Cuanto jugo has sabido sacarle a una manzana! Como siempre, es un placer leerte.
Un beso
Tus relatos son muy profundos, calmos y profundos. A proposito, que cumplas muchos años más, sagitariana.
María Guilherme me han gustado mucho tus relatos, y el nombre de Saib sabras el significado....
espero que leas este comentario y me puedas dar esa pequeña respuesta a donkan.bsr@gmail.com
gracias
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