Ella...
Él quiso regalarle un libro nuevo, sin hojas rasgadas ni sueltas; quiso cambiar su vestido azul mil veces recosido por una tela sin color, ni piel, ni calores humanos; intentó que olvidara la luz de su vieja ciudad al atardecer, bajo el vidrio opaco de fríos edifícios; creyó que regalándole un nuevo sueño la haría feliz. Y ella se fue para siempre con su libro suelto a su vieja ciudad, envuelta en un vestido azul lleno de olores y recuerdos.
Tarde, demasiado tarde, él comprendió que nunca se deben olvidar las historias...
Tarde, demasiado tarde, él comprendió que nunca se deben olvidar las historias...
1 Comments:
... y es que lo que nos es propio, lo que nos es cercano, puede tener más valor que cualquier nueva piedra preciosa...
muchos besos, María
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