Una trompeta suena al fondo el corredor y la tarde está fría. La voz rasgada de Billie Holiday hace estremecer aún más a mis estremecimientos. Froto mis manos con la esperanza de, a través de ellas, entibiar mi alma. ¡No!, no debería decir alma. No debería usar una palabra para lo innombrable, para ese sentir que se asemeja a una nota perfecta en el instante preciso. Aquella misma nota que convoca una tarde de sol o a un abuelo que me sujeta sobre las rodillas, y todas aquellas ovejas pasando frente a la puerta de nuestra casa, formando una niebla de pasos apresurados. ¡No!, no debería nombrarla, porque el alma sólo tiene un amante, un amante de pasos cóncavos, de manos transparentes que parece que no tocan pero marcan a fuego el leve toque del amor, un amante que se enrojece como un adolescente, el tan amante silencio...
3 Comments:
Hola!!!
He descubierto hoy tu blog y me he bebido tus letras. Me gusta mucho como te expresas y comparto tu gusto por Billy Holliday...
Un saludo y espero recordar el camino para volver...
ese amanate silencio a veces vestido de soledad
Mmmmmm... lo innombrable... precioso, de nuevo.
Unbeso
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